Inédito estudio revela el perfil de quiénes se agrupan en foros como Nido.org: hombres entre 25 a 35 años y profesionales

TecladoWEB

Estudio chileno los caracteriza por primera vez y hace hincapié en que no son "enfermos". Más bien, dice, son producto de una construcción cultural que les ha hecho creer que humillar y acosar es válido, señal de fortaleza y hombría.


Parece sacado de una película. Personas que a toda costa buscan desacreditar y atacar a mujeres con fotografías íntimas, que luego divulgan en redes sociales. Suelen ser hombres y en muchos casos conocen a sus víctimas. Examigos o exparejas que las hostigan y amedrentan, incitando a otros a hacer lo mismo entregando datos personales, como direcciones, número de teléfono o nombres de familiares. Fantasean con asesinarlas y torturarlas. En una dinámica de "todo vale", por la satisfacción de generar miedo en su víctima

Pero no es ficción. Es real. Y son hombres normales. Sí, hombres adultos, generalmente de entre 25 y 35 años, muchos con estudios superiores en curso o completos y varios con vidas bastante comunes. Son los esposos, padres, pololos, hermanos, primos, colegas o compañeros de otras mujeres. Así lo revelan los resultados preliminares de un estudio realizado en Chile, llamado Violencia en Internet contra feministas y otras activistas chilenas, que ahondó en esta temática, desarrollado por las periodistas Karen Vergara y Cecilia Ananías. La investigación ya fue aceptada en la revista académica brasileña Estudos Feministas y debería publicarse este año.

Se trata del primer estudio en entregar un perfil de quiénes son los hombres que están detrás del anonimato de grupos que se forman en foros como Nido.org, que cuenta con más de 34 mil miembros.

Ambas autoras han sufrido distintas formas de violencia a través de plataformas digitales, indican. Y también han visto a muchas otras pasar por lo mismo. "Mujeres que intentaban pedir ayuda y que la policía las devolvía a sus casas con miedo y angustia, porque no existe la figura penal para hacer frente a estas situaciones, sumado a una falta de voluntad para al menos brindarle seguridad o contención a las víctimas", indica Vergara.

En ese escenario, detectaron la ausencia de cifras y estudios chilenos al respecto. "Había un tremendo vacío académico y legal y tampoco se estaba hablando del tema en charlas ni asambleas, así que tomamos los ataques como un impulso para investigar", dice Vergara.

Vidas normales

En el trabajo se analizan papers y conversaciones, además se encuestó a 163 mujeres de todas las regiones del país y de ellas, casi un 74% había sufrido violencia en Internet. Los ataques eran principalmente verbales, seguido -más atrás- por acoso, amenazas, publicación de información falsa y sustracción de imágenes.

"Esta encuesta la realizamos a principios de 2017 y consideramos que si ahora volviéramos a aplicarla, la cifra subiría considerablemente, porque muchas no eran conscientes de estos foros machistas y algunos ciberataques se realizan en silencio: simplemente sustrayendo la información y fotos de estas mujeres sin dar mayor alerta", recalca Ananías.

¿Cómo son los perpetradores? En el trabajo cruzaron informaciones que ellos mismos publican, junto a datos y nombres que han surgido de otras investigaciones y casos y, en base a esto, concluyeron que son hombres adultos, generalmente de entre 25 y 35 años, muchos con estudios superiores en curso o completos.

"Varios con vidas bastante normales", recalca Vergara. Porque la patologización de quienes están atrás de esas acciones, no es lo que corresponde en estos casos, dicen las investigadoras. "Por eso hemos hecho tanto hincapié en que no son "pobre jóvenes" ni "enfermos" quienes están tras estos ataques, foros y publicaciones, son producto de una construcción cultural que les ha hecho creer que humillar y acosar es válido, es señal de fortaleza, de hombría".

Esto los aleja un poco de la figura del "incel" que suele mencionarse en los estudios sobre el tema en países como Estados Unidos, destacan las autoras. Incels, fue uno de los primeros términos que se asoció a este tipo de perfiles. La definición deriva de "célibes involuntarios", grupo que se sienten excluidos de posibilidad de tener parejas sexuales con mujeres, formando una comunidad basada en lamentar su celibato. Lo que en algunos casos, alimenta una cultura de amargura y rabia hacia el mundo en general, con foco en las mujeres.

Lo que sí tienen en común, dice Vergara, es que son hombres machistas, con una mirada inferiorizante de las mujeres. "O las mujeres son un objeto sexual para su uso y descarte o son un objeto para atacar. Creen que humillar está amparado en la libertad de expresión. Se criaron viendo a Kike Morandé, el Miss Reef, el porno. Fueron socializados así, de manera machista y eso genera desigualdades y violencias", sostiene.

Todo habla de un problema cultura y de sociedad. "Y esto no va a cambiar hasta que lo tomen en serio y se proponga una educación no sexista y que apunte a la equidad", dice Ananías.

Una visión que comparte Guila Sosman, académica de la Facultad de Psicología U. Diego Portales (UDP) y psicóloga clínica perito-judicial. La menor parte de quienes están detrás de esos casos, dice, tienen trastornos de la personalidad. Es lo mismo que ocurre, aclara, en el caso de violaciones. "Se debe más bien a patrones socioculturales arraigados, patrones de precariedad como cesantía y en otros. Y es transversal en cuanto nivel socioeconómico, es más bien producto de contextos socioculturaes que los propician. Las personas que organizan esto pueden tener algo más patológico, pero el usuario es un hombre promedio, con cierta curiosidad y pensamiento machista".

"Para nosotras, esto es un continuo de la violencia de género, que se resignifica y amplifica en las plataformas digitales, amparada por el anonimato, instantaneidad y distancia física", agrega Vergara.

Y este tipo de ataques en las víctimas limita su libertad, acota la psicóloga de la UDP. "Es una forma de disciplinar de cortar ciertas libertades, como si virtualmente se replicara una violenta que ya conocemos. La mayoría de las víctimas son mujeres y los perpetradores son hombres, es otra forma de manifestar violencia contra la mujer".

De forma similar a lo que ocurre con un ataque sexual, las víctimas pueden experimentar estrés postraumático y estrés psicológico. "Pueden manifestar hipervigilancia, temor, limitar ciertas actividades, sensación de culpa, hay toda una manipulación en que la victima se siente culpable", dice Sosman.

Por ello, las autoras del estudio hacen un llamado a no vivir en el terror ni en la angustia. "A conversar estos temas con nuestro entorno, con nuestras amigas, amigos, familiares y pareja. A apoyarnos en nuestras redes. Y, por supuesto, aprender de estrategias de autodefensa digital y ayudar a difundirlas. El cuerpo de las mujeres y sus convicciones propias no deberían ser un motor de ataque", recalca Vergara.

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